De modo habitual, mi menú de domingo por la mañana se reducía a la pobreza de dos periódicos: primero El Mercurio [de Chile], luego el New York Times.
Mi paseo en El Mercurio seguía normalmente este orden: primero, la columna de Carlos Peña. Luego, alguna entrevista en la sección Reportajes; titulares de la página editorial y un vistazo muy rápido a Artes y Letras (quizá una pausa en el trabajo de Oscar Contardo).

Todo eso, sin embargo, ahora es prehistoria. O más o menos. Digo, ahora hago lo mismo. Pero he reducido la pobreza de diarios a algo cercano al ayuno en beneficio de leer blogs... Corrijo: no leo blogs. Leo a gente que escribe en blogs. Gente de la que me interesa lo que escribe, con grados que van de la lectura por amistad (con la fortuna de que mis amigos escriben realmente muy bien) a la franca avidez.
[...]
Improviso esta conclusión: leer blogs hace mal.
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Nota: Todas las imágenes de este post: Wellcome Library, Londres (cc) Creative Commons 2.0. Citadas aquí en concordancia con los términos de esa licencia.
2 comentarios:
Mira donde vine a dar contigo Galindo. Repórtate. Esta es mi identidad undercover, la contraseña es "no me hables de literatura que me aburre"
Saludos
TG
Tanto Gusto,
¿Será posible? ¿Será realmente posible? Si el lugar es el mismo, el demonio no es la palabra que yo hubiera usado, pero sí se escucharía. Igual que renacuajo. Por cierto, entré a Busco Algo Barato: hacía mucho que no leía de ese veneno. Gran blog. Y si mi hipótesis na' que ver, este es mi email: galindo.p@gmail.com
Saludos,
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