Estoy escribiendo sobre un asunto realmente serio y me he visto enfrentado a un dilema de proporción similar: cómo hacer para ser sincero y al mismo tiempo mantenerme serio mientras escribo. Es decir, que he optado en ese texto por la seriedad. Y éste es el dilema: ¿Se puede decidir por la no-seriedad en asuntos que parecen no admitir otra opción?
La respuesta a esa pregunta, me parece, es funcional a otra interrogante, no menos problemática: cuál es el antónimo de lo serio. Lo que sigue es un fragmento del prólogo del texto en el que trabajo (una cosa muy, muy seria), donde intento justificar mi decisión.
***
He abusado en otros textos del mote latino castigat ridendo mores que significa algo así como corregir los hábitos con la risa. Jean Baptista de Santeuil acuñó la sentencia en el siglo XVII para describir la ópera cómica.
La seriedad, como yo la entiendo, es una posición, una forma de situarse, de mirar y de hablar. En suma, una postura. No hay consenso sobre la etimología de la palabra, pero a ella confluye una familia de voces latinas: serius, seriĕtas, severitas (Real Academia Española, 1739, p. 96, y 1780, p. 836). El adjetivo serio, por ejemplo, refería en las versiones tempranas del Diccionario específicamente a la postura física de una persona: sentada y compuesta, grave, mesurada en el semblante, circunspecta, áspera en el modo de mirar y en el modo de hablar. La definición extendía su valor a otros adjetivos: severus, sincerus: severo, sincero, sin doblez, sin engaño. La cualidad —la serie de cualidades: entereza, aspereza, rectitud, gravedad, corrección, circunspección— se podía aplicar a las acciones: acción seria, acción severa, acción sincera. En el juego de esa secuencia, lo contrario a seriedad era alguien (su postura, sus acciones) liviano, blando, informal, incorrecto, con doblez. Sinónimos de doblez son la duplicidad, la astucia, el disfraz, la hipocresía y la impostura. Ahora, sugerir que la ausencia de seriedad es sinónimo de simulación y engaño es llevar los términos demasiado lejos.
Me permito, entonces, regresar al sentido visual de la palabra: la seriedad es una postura: firme, recta, sólida, inmutable, estable, constante. Lo contrario, la no-seriedad, es por tanto también una postura: más tranquila, más liviana, desenvuelta, inclinada, líquida, vacilante, mudable, inconstante. Es una posición de distensión, de flaccidez, de descanso. En ella se abre espacio el desliz, la broma, la mueca, el desorden, el error. Descrita así, no sería del todo improcedente considerar la seriedad un disfraz extenuante, un artificio impostado.
La respuesta a esa pregunta, me parece, es funcional a otra interrogante, no menos problemática: cuál es el antónimo de lo serio. Lo que sigue es un fragmento del prólogo del texto en el que trabajo (una cosa muy, muy seria), donde intento justificar mi decisión.
***
He abusado en otros textos del mote latino castigat ridendo mores que significa algo así como corregir los hábitos con la risa. Jean Baptista de Santeuil acuñó la sentencia en el siglo XVII para describir la ópera cómica.
La seriedad, como yo la entiendo, es una posición, una forma de situarse, de mirar y de hablar. En suma, una postura. No hay consenso sobre la etimología de la palabra, pero a ella confluye una familia de voces latinas: serius, seriĕtas, severitas (Real Academia Española, 1739, p. 96, y 1780, p. 836). El adjetivo serio, por ejemplo, refería en las versiones tempranas del Diccionario específicamente a la postura física de una persona: sentada y compuesta, grave, mesurada en el semblante, circunspecta, áspera en el modo de mirar y en el modo de hablar. La definición extendía su valor a otros adjetivos: severus, sincerus: severo, sincero, sin doblez, sin engaño. La cualidad —la serie de cualidades: entereza, aspereza, rectitud, gravedad, corrección, circunspección— se podía aplicar a las acciones: acción seria, acción severa, acción sincera. En el juego de esa secuencia, lo contrario a seriedad era alguien (su postura, sus acciones) liviano, blando, informal, incorrecto, con doblez. Sinónimos de doblez son la duplicidad, la astucia, el disfraz, la hipocresía y la impostura. Ahora, sugerir que la ausencia de seriedad es sinónimo de simulación y engaño es llevar los términos demasiado lejos.
Me permito, entonces, regresar al sentido visual de la palabra: la seriedad es una postura: firme, recta, sólida, inmutable, estable, constante. Lo contrario, la no-seriedad, es por tanto también una postura: más tranquila, más liviana, desenvuelta, inclinada, líquida, vacilante, mudable, inconstante. Es una posición de distensión, de flaccidez, de descanso. En ella se abre espacio el desliz, la broma, la mueca, el desorden, el error. Descrita así, no sería del todo improcedente considerar la seriedad un disfraz extenuante, un artificio impostado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario